¡Qué sorpresa encontrar este mercadillo! Llegué un sábado temprano, con la curiosidad de un viajero y el hambre de descubrir los secretos gastronómicos de Lanzarote. Y vaya que los encontré.
Aunque pequeño, el mercadillo rebosa de autenticidad canaria. El pan de espelta – ¡madre mía! – un descubrimiento que me hizo enamorarme perdidamente. Cada puesto cuenta una historia, cada vendedor parece guardar un secreto de la isla.
Los productos locales son la verdadera estrella: frutas frescas que brillan bajo el sol de Lanzarote, verduras con un color que parece pintado a mano. Nada que ver con los supermercados, esto es puro sabor kilómetro cero.
Mi consejo: llega temprano, conversa con los locales y déjate sorprender. No busques un mercadillo turístico, sino una experiencia genuina de la vida en Arrecife.
